Huracanes, terremotos, inundaciones y tsunamis cada vez más intensos y amenazantes para la vida humana. Por el cambio climático, los desastres naturales anuales se duplicaron a 400 en los últimos 20 años, y se han vuelto más destructivos.
Pero otras catástrofes más lentas y silenciosas, aunque igualmente devastadoras, se suceden en todos los extremos del mundo. Y todas ellas están obligando a millones de personas a abandonar sus hogares.
El alza del nivel de los mares y ríos amenaza con sepultar islas y afectar a poblaciones costeras. Las desertificaciones y las sequías avanzan sin freno en varias regiones del planeta, lo que degrada vastos territorios agrícolas. Y las altas temperaturas están derritiendo los glaciares. Así, poblaciones enteras se ven obligadas a trasladarse en busca de recursos esenciales, cada vez más escasos.
Según el Consejo Noruego para Refugiados, sólo el año pasado más de 20 millones de personas fueron desplazadas por desastres inducidos por el calentamiento global, casi cuatro veces más de los afectados por conflictos armados. Y los pronósticos no son alentadores: los más optimistas dicen que habrá unos 250 millones de "desplazados climáticos" hacia 2050. Los más pesimistas, 1000 millones.
Pese a estas alarmantes cifras, el problema aún es ignorado en las negociaciones internacionales, como pasó en la reciente cumbre de Copenhague. "El desplazamiento de poblaciones es el hijo olvidado: no se habla de él en las conferencias a pesar de que se trata de una problemática prioritaria", señaló Jean-François Durieux, responsable de cambio climático del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
La situación de los "desplazados climáticos", que no son considerados refugiados por las normas internacionales, obliga a establecer un nuevo marco legal y a crear un órgano mundial específico que haga frente a sus necesidades.
"La noción de refugiado se aplica a las personas perseguidas o víctimas de violencia. No existe ninguna obligación de recibir a quienes huyen de la pobreza. En el futuro, ¿quién se hará cargo de toda esta miseria? Los Estados son reticentes, incluso hostiles, a abrir esta discusión. Es necesario establecer un vínculo claro entre desplazados y causas climáticas", advierte Durieux.
"El temor es que los desplazados por razones climáticas queden en un limbo legal", dice a LA NACION Carolina Podestá, vocera de la oficina del Acnur en Buenos Aires.
Impacto diferenciado
Los organismos internacionales que ayudan a los desplazados en todo el mundo proponen que los costos sean absorbidos por los países industrializados que más incidencia tienen en el calentamiento global, como Estados Unidos y China, los mayores emisores de gases de efecto invernadero.
Pese a que las naciones desarrolladas son las máximas responsables del aumento de CO2 en la atmósfera, serán los países más pobres los que tendrán que afrontar las mayores consecuencias. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) estima que durante este siglo la temperatura media del planeta aumentará entre 2 y 4°C respecto de la era preindustrial. Esos niveles de calentamiento, que alterarán los patrones climáticos, se traducirán en situaciones límites cada vez más frecuentes. Y a millones de personas que se verán forzadas a abandonar sus hogares se les hará imposible el retorno.
"Los países en vías de desarrollo no podrán hacer frente a esta carga adicional: los desplazados incrementarán la presión demográfica en zonas ya afectadas por las penurias", alerta François Gemmene, del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales.
Según un informe conjunto de la ONU y del Centro de Supervisión de Desplazamiento Interno, en Asia ocurrió el 80% de los desplazamientos relacionados con desastres naturales en 2008: más de cinco millones de personas por inundaciones en la India, casi dos millones en Filipinas por tormentas y cientos de miles en China y Myanmar debido a fuertes lluvias. Eso sin contar los 15 millones que dejó un terremoto en la provincia china de Sichuan.
Mientras tanto, en China el desierto de Gobi ya crece a un ritmo de 10.000 km2 al año. Situaciones similares ocurren en Marruecos, Túnez y Libia. En Egipto, la mitad de las tierras cultivables se salinizan, y en el Amazonas miles de personas se desplazan por las sequías. Y millones de habitantes en zonas costeras (el 60% de las 39 mayores ciudades del mundo se concentran allí) se verán forzados a emigrar cuando, dentro de 40 años, el nivel del mar se eleve varios centímetros.
Para ese momento, entre 10 y 25 millones de personas habrán huido de sus hogares por inundaciones. Sólo en el delta del río Nilo, una subida de un metro en el nivel del agua obligará a huir a seis millones de personas.
Para el Acnur, no puede haber más dilaciones. "Ahora se tiene el suficiente conocimiento para actuar y evitar una situación que podría terminar siendo incontrolable."
Fuente: Guillermo Idiart - Diario LA NACION