domingo, 20 de diciembre de 2009

Exodo masivo por el cambio climático

Millones de personas ya se vieron forzadas a abandonar sus regiones de origen, golpeadas por inundaciones o sequías severas

Huracanes, terremotos, inundaciones y tsunamis cada vez más intensos y amenazantes para la vida humana. Por el cambio climático, los desastres naturales anuales se duplicaron a 400 en los últimos 20 años, y se han vuelto más destructivos.

Pero otras catástrofes más lentas y silenciosas, aunque igualmente devastadoras, se suceden en todos los extremos del mundo. Y todas ellas están obligando a millones de personas a abandonar sus hogares.

El alza del nivel de los mares y ríos amenaza con sepultar islas y afectar a poblaciones costeras. Las desertificaciones y las sequías avanzan sin freno en varias regiones del planeta, lo que degrada vastos territorios agrícolas. Y las altas temperaturas están derritiendo los glaciares. Así, poblaciones enteras se ven obligadas a trasladarse en busca de recursos esenciales, cada vez más escasos.

Según el Consejo Noruego para Refugiados, sólo el año pasado más de 20 millones de personas fueron desplazadas por desastres inducidos por el calentamiento global, casi cuatro veces más de los afectados por conflictos armados. Y los pronósticos no son alentadores: los más optimistas dicen que habrá unos 250 millones de "desplazados climáticos" hacia 2050. Los más pesimistas, 1000 millones.

Pese a estas alarmantes cifras, el problema aún es ignorado en las negociaciones internacionales, como pasó en la reciente cumbre de Copenhague. "El desplazamiento de poblaciones es el hijo olvidado: no se habla de él en las conferencias a pesar de que se trata de una problemática prioritaria", señaló Jean-François Durieux, responsable de cambio climático del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

La situación de los "desplazados climáticos", que no son considerados refugiados por las normas internacionales, obliga a establecer un nuevo marco legal y a crear un órgano mundial específico que haga frente a sus necesidades.

"La noción de refugiado se aplica a las personas perseguidas o víctimas de violencia. No existe ninguna obligación de recibir a quienes huyen de la pobreza. En el futuro, ¿quién se hará cargo de toda esta miseria? Los Estados son reticentes, incluso hostiles, a abrir esta discusión. Es necesario establecer un vínculo claro entre desplazados y causas climáticas", advierte Durieux.

"El temor es que los desplazados por razones climáticas queden en un limbo legal", dice a LA NACION Carolina Podestá, vocera de la oficina del Acnur en Buenos Aires.

Impacto diferenciado

Los organismos internacionales que ayudan a los desplazados en todo el mundo proponen que los costos sean absorbidos por los países industrializados que más incidencia tienen en el calentamiento global, como Estados Unidos y China, los mayores emisores de gases de efecto invernadero.

Pese a que las naciones desarrolladas son las máximas responsables del aumento de CO2 en la atmósfera, serán los países más pobres los que tendrán que afrontar las mayores consecuencias. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) estima que durante este siglo la temperatura media del planeta aumentará entre 2 y 4°C respecto de la era preindustrial. Esos niveles de calentamiento, que alterarán los patrones climáticos, se traducirán en situaciones límites cada vez más frecuentes. Y a millones de personas que se verán forzadas a abandonar sus hogares se les hará imposible el retorno.

"Los países en vías de desarrollo no podrán hacer frente a esta carga adicional: los desplazados incrementarán la presión demográfica en zonas ya afectadas por las penurias", alerta François Gemmene, del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales.

Según un informe conjunto de la ONU y del Centro de Supervisión de Desplazamiento Interno, en Asia ocurrió el 80% de los desplazamientos relacionados con desastres naturales en 2008: más de cinco millones de personas por inundaciones en la India, casi dos millones en Filipinas por tormentas y cientos de miles en China y Myanmar debido a fuertes lluvias. Eso sin contar los 15 millones que dejó un terremoto en la provincia china de Sichuan.

Mientras tanto, en China el desierto de Gobi ya crece a un ritmo de 10.000 km2 al año. Situaciones similares ocurren en Marruecos, Túnez y Libia. En Egipto, la mitad de las tierras cultivables se salinizan, y en el Amazonas miles de personas se desplazan por las sequías. Y millones de habitantes en zonas costeras (el 60% de las 39 mayores ciudades del mundo se concentran allí) se verán forzados a emigrar cuando, dentro de 40 años, el nivel del mar se eleve varios centímetros.

Para ese momento, entre 10 y 25 millones de personas habrán huido de sus hogares por inundaciones. Sólo en el delta del río Nilo, una subida de un metro en el nivel del agua obligará a huir a seis millones de personas.

Para el Acnur, no puede haber más dilaciones. "Ahora se tiene el suficiente conocimiento para actuar y evitar una situación que podría terminar siendo incontrolable."

Fuente: Guillermo Idiart - Diario LA NACION

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Gran negocio verde en Copenhague

Las empresas pugnan para beneficiarse de los 8,2 billones de euros que costará reformar el sistema energético - Las grandes compañías toman la capital danesa


Jim Rogers preside Duke Energy, tercera mayor eléctrica de EE UU y tercera empresa más contaminante del país y duodécima del mundo. Uno no esperaría encontrarle en los pasillos de la cumbre del clima, entre ecologistas que piden reducir el CO2 drásticamente.

Jim Rogers preside Duke Energy, tercera mayor eléctrica de EE UU y tercera empresa más contaminante del país y duodécima del mundo. Uno no esperaría encontrarle en los pasillos de la cumbre del clima, entre ecologistas que piden reducir el CO2

drásticamente. Pero aquí está. "Si nuestra empresa fuera un país seríamos el 41 en emisiones", explica, pero no parece orgulloso de ello. Rogers está convencido de que eso va a cambiar y quiere estar en la línea de salida: "Planificamos las inversiones contando con que habrá un tratado internacional en Copenhague y comercio de emisiones", explica a EL PAÍS. "Cuanto antes tengamos ese acuerdo y las señales claras mejor, porque la transición a una economía baja en carbono no va a ser sencilla ni barata". Rogers, pelo blanco y ademanes de empresario poderoso, de los que no necesitan demostrarlo, cuenta que el día anterior estuvo con Obama y que le refrendó su compromiso

La lucha contra el cambio climático comienza en serio y mueve mucho dinero. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) calcula que en la revolución energética y del transporte necesaria para limitar las emisiones al nivel que busca la cumbre habría que invertir 8,2 billones de euros (no es una mala traducción del billion anglosajón) entre 2010 y 2030. Y la carrera ya empezado.

Los empresarios ya no tienen una sola voz. Primero la mayoría de ellos se oponía a Kioto pero ahora ya se vislumbra el grupo de ganadores y perdedores. La publicidad de los primeros ha invadido Copenhague. A la puerta de la cumbre, Vestas (la empresa danesa que ha colocado uno de cada tres aerogeneradores en el mundo) ha plantado un gran molino; en el Metro aparece la publicidad de Acciona; Siemens ha bautizado la ciudad como Hopenhagen y el lema se lee en cada esquina sobre imágenes de sus trenes de alta velocidad. Renault ha alquilado un conocido café en el centro y lo ha llenado de coches eléctricos, Honda patrocina la conferencia.

El catedrático y experto en economía del cambio climático Xavier Labandeira cita entre los segundos a "aquellos que no se pueden adaptar ante un nuevo escenario o con poca capacidad de adaptación, como la industria del petróleo, el carbón o la aviación", aunque a medio plazo la tecnología pueda ayudarles. No se ven en Copenhague petroleras, aerolíneas o cementeras, cuya visión es otra.

El negocio de la energía limpia, con 630.000 millones de euros en 2007, supera ya al farmacéutico y será el tercer sector industrial en 2020, según un informe de WWF presentado en la cumbre. Entre 2000 y 2008, el mercado eólico creció un 24% al año y el solar un 53%. "El sector eólico mundial creció un 10% en 2008. Le reto a que encuentre un sector industrial que creciera tanto en el peor entorno de financiación", clama el secretario general de la patronal mundial eólica, Steve Sawyer.

El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, participó el viernes en Copenhague en un foro paralelo de empresarios. En un céntrico hotel explicó a este diario lo que espera de la cumbre: "Que haya un compromiso firme de todas las naciones. La única manera de bajar las emisiones es que cueste. Que la basura que emitimos cueste como lo hace la materia prima". Galán se ve en el bando ganador: "Cuando llegué a Iberdrola, en 2001, apostamos por las renovables y el gas mientras otros se empeñaron en seguir con su negocio tradicional. Y si a alguien le sirve nuestro ejemplo, éramos la decimocuarta empresa del mundo por capitalización y hoy la quinta. Éramos 9.000 personas y hoy 33.000 e Iberdrola Renovables vale en bolsa casi tanto como Repsol". Con más de 600 millones, Iberdrola ha sido la principal beneficiada del plan de estímulo económico de la Casa Blanca. "Con Copenhague saldremos disparados en EE UU", resume gráficamente.

Philippe Joubert, presidente de Alstom Power, compañía líder en captura y almacenamiento de CO2 y en fabricación de equipos para nucleares, coincide. "Será un negocio para algunas empresas, como la nuestra, pero otras perderán. Hay ejemplos celebres en la industria del automóvil de fabricantes de coches demasiado grandes que consumen demasiado y que no se venden", en alusión a la quebrada industria de EE UU. Joubert, francobrasileño de hablar directo, entra incluso al tema científico: "Quienes no se creen esto del cambio climático están errados. Las curvas de aumento del CO

2 y de la temperatura son claras y paralelas. Por la misma razón que no veo cómo un presidente de un país puede volver la semana que viene a casa y decir que no hay acuerdo, no sé como un empresario de la energía, el transporte o el cemento puede negar el problema del CO2". Según Joubert, no es tan importante el resultado de la cumbre: "No creo que haya un acuerdo ya, pero aun así Copenhague va a reforzar las tendencias a largo plazo. Seguro al 99,99%".

El esquema de estos empresarios es claro: el CO2 y la energía van a costar más. Quien tenga la tecnología para emitir menos ganará más que quien contamine. "El coste de la energía va a subir, por supuesto. No es subir, sino tener en cuenta que va a haber que producirla limpiamente", señala Joubert. Rogers es de la misma opinión: "En EE UU la electricidad lleva 50 años en los mismos precios y subirá".

Y el sector del automóvil se ha embarcado en la carrera de los coches eléctricos. Renault, con 2.000 personas empleadas con Nissan en su programa eléctrico, está a la cabeza: "Queremos hacer con los eléctricos lo que Toyota hizo con los híbridos", explica uno de los responsables de desarrollo del equipo, Jean Yve Stineau.

La presencia de empresas ha molestado a grupúsculos ecologistas, movimiento alrededor del cual cada vez se mueven más anticapitalistas. "Es nuestro clima, no vuestros intereses", fue el lema de una marcha no autorizada el viernes en la que fueron detenidas unas 70 personas. Muchos creen que los empresarios les roban el discurso y se envuelven en la bandera verde pese a que realmente no creen en ella.

RAFAEL MÉNDEZ - Copenhague - 13/12/2009