martes, 29 de junio de 2010

Buenos Aires usa el doble de agua que París

"El agua es un lugar de interdependencias, donde confluyen las políticas públicas, la cultura, la gestión, la geografía, la hidrogeología... Por eso, el gran problema que plantea actualmente su manejo es el de la integración de todos estos conocimientos", afirma la doctora Graciela Schneier-Madanes, arquitecta, geógrafa, directora del programa Rés-eau-ville", del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS), y de la Unidad Mixta Internacional Agua, Medio Ambiente y Políticas Públicas, colaboración del CNRS con la Universidad de Arizona.

Schneier-Madanes, sobrina del célebre director y productor teatral Cecilio Madanes, acaba de pasar por Buenos Aires para presentar el libro El agua globalizada (ediciones La Découverte, París, 2010), que reúne estudios de ingeniería, urbanismo y ciencias sociales sobre casos de cuatro continentes. "Intentamos contribuir a una «reunificación» del estudio del agua, que hoy es fundamental", agrega.

Para la especialista, si se pretenden resolver los problemas que presenta la gestión del agua en las megaciudades, es imprescindible integrar temas habitualmente separados: el de la gestión del recurso y el de los servicios de potabilización y saneamiento.

"Está el agua para riego, para el esparcimiento, para la energía -ilustra- [...]. Cuando se crean situaciones de escasez o de contaminación, pueden surgir conflictos muy importantes y hasta explosivos, si no participan en las discusiones los usuarios, las empresas y el gobierno municipal para llegar a acuerdos y formas de gestionar y distribuir el recurso de manera equilibrada."

Alejada de los dogmas, Schneier-Madanes destaca que si esta confluencia de intereses contrapuestos es de por sí compleja, puede agravarse aún más cuando se agregan factores estrictamente físicos. "Por ejemplo -detalla-, en el conurbano, el problema es muy serio porque hasta está relacionado con el cambio climático. En las inundaciones y la subida de napas, hay una parte de responsabilidades técnicas y políticas por la falta de obras, y otra que se origina en cambios del sistema geográfico."

Por eso, si bien el agua es un recurso renovable, el aumento de la población y, especialmente, su uso en irrigación, plantean escenarios complejos. "Lo primero que hay que saber es que el agua no se termina, pero que, sin embargo, hay que cuidarla y evitar contaminarla -subraya-. Lo otro que hay que tener en claro es que, en el nivel mundial, el mayor consumo de agua corresponde a la agricultura, ya que el 87% del agua dulce va a la irrigación de cultivos. La Argentina es una gran exportadora de agua «virtual» [la que se utiliza para la producción agrícola-ganadera] que no se contabiliza. La otra gran paradoja es que el acceso al agua es un problema de políticas públicas y decisiones económicas: si uno mira los mapas, hay muchísima agua en zonas a las que la gente no tiene acceso."

Una mejor administración de este recurso no sólo puede dosificar el uso, sino también regular la demanda: los porteños, por ejemplo, gastamos 370 litros por día, aproximadamente el doble de lo que utilizan los habitantes de grandes ciudades europeas, como París, donde se gastan 150 litros per cápita por día.


Nora Bär - LA NACION
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